Info
inauguración 2 de agosto 19 hs
hasta el 15 de octubre
en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, Suipacha 1422 CABA
martes a viernes de 13 a 19 hs, sábados, domingos y feriados de 11 a 19 hs
entrada general $ 10.-, miércoles gratis
El fotógrafo suizo Werner Bischof (Zúrich, 1916 – Trujillo, Perú, 1954) es
una de las figuras más destacadas de la fotografía del siglo XX a pesar de
su corta carrera. Falleció joven en un accidente en Perú cuando contaba con
38 años, pero ya había dejado huella de su enorme talento artístico como
fotógrafo.
De Bischof destacan sus grandes reportajes fotoperiodísticos, tanto como
para ser uno de los destacados nombres de la revista Life y de la agencia
Magnum, en el periodo de la posguerra, para quienes realizó soberbios
trabajos sobre el sufrimiento humano en tragedias bélicas, desde Corea y la
India a Europa o Estados Unidos.
Nacido en Suiza en 1916, pronto destacó por su faceta artística, ya desde niño, aunque centrado primero en el dibujo y luego en la pintura. Fue en 1932 cuando ingresó en la Escuela de Artes Aplicadas de Zurich y de la mano del fotógrafo Hans Finsler cuando se centró en la fotografía y decidió dedicarse artísticamente a ella. En apenas dos años se convirtió en el alumno más destacado de la escuela en esta faceta, apoyado por su mentor, el mencionado Finsler. Poco a poco se fue formando técnicamente, aprendiendo y experimentando mucho, dejando fluir su enorme potencial creativo con imágenes de naturaleza y mostrando gran destreza para la iluminación. Así, en poco tiempo abrió su propio estudio en Zurich dedicándose a la fotografía publicitaria y también de moda.
Bischof prosigue su carrera durante algunos años más, incluso tras viajar a París en 1939 para asentarse en la capital francesa (y continuar sudesarrollo artístico con la pintura) pero el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial le obliga a regresar a Suiza y proseguir con su estudio. En estos años, logra realizar trabajos publicitarios para marcas importantes y en profundizar en el dominio de la iluminación, realizando fotografías muy creativas como fuente de experimentación constante.
Cuando la guerra llega a su fin Bischof realiza un viaje a Alemania que sería esencial en su carrera. Con su Rolleiflex Automat, recorre en bicicleta algunos lugares de un país devastado. Allí fotografía las consecuencias del conflicto bélico centrando su mirada en el sufrimiento humano: hambre, miseria, casas devastadas…
Esa situación fue la que le catapulta hacia el fotoperiodismo. Siente una irrefrenable necesidad de fotografiar esas situaciones, de mostrar en reportajes el dolor de las personas que han sufrido las consecuencias de una guerra. Lo hacía por compromiso, pero también por empatía hacia las víctimas. Fue el comienzo de su fulgurante carrera en este género. Un dominador de la técnica que ahora se volcaba en un tema que le llenaba. Sus primeros trabajos como fotorreportero evidencian su talento y su enorme implicación, con imágenes llenas de cercanía y alma.
Empezó publicando en la prestigiosa revista suiza Du, realizando distintos trabajos que fueron forjando su espíritu de fotoperiodista. En 1946 entabla una gran amistad con el fotógrafo Ernst Haas y en 1947 sus imágenes impactantes no pasan desapercibidas para la revista Life, que le encarga varios reportajes sobre los niños como víctimas de la guerra en Europa del Este. Son imágenes poderosas, verdaderas muestras del dolor y el sufrimiento humano.
Convertido ya en un verdadero referente en el fotoreportaje de guerras, y aún siendo muy joven, en la agencia Magnum se fijan en su trabajo. En concreto, de la mano de Maria Eisner, secretaria de la agencia y una gran
editora gráfica que quedó sorprendida con su trabajo sobre prisioneros austríacos regresando a Viena en 1947 y publicado en la revista Heute con fotos de Bischof. Otra gran figura de la época, Inge Morath destacó el gran
talento y potencial fotoperiodístico del suizo. El mismísimo Robert Capa revisa el portfolio de Bischof en 1949 e inicia el proceso, con apoyo de Cartier-Bresson y compañía, para aceptarle como fotógrafo para la agencia
por unanimidad.
Ya como miembro de Magnum en 1949, el suizo realiza excepcionales reportajes que le encargan, siendo Capa su mentor y convirtiéndose en uno de sus grandes amigos. En este periodo realiza reportajes en Italia y Gran Bretaña
(1950) y, posteriormente viaja a la India (1951), donde lleva a cabo un excepcional reportaje sobre la hambruna, que fue publicado por Life y, en ese momento, su fama internacional es indiscutible, convirtiéndose en uno de
los mejores fotógrafos en el mundo. Posteriormente, su prolífica carrera como fotoperiodista no se detendría, trabajando en Japón, Corea, Hong Kong e Indochina (1951-52). Siempre retratando a la población civil y sus
dificultades en diferentes conflictos, y destacando por su prodigioso dominio de la composición, su gran precisión técnica y dominio de la luz.
En 1954 marcha a América Latina a seguir retratando la miseria en México, Panamá, Chile y Perú. Donde realiza un gran trabajo capturando la cultura y costumbres de sus habitantes. Aunque, lamentablemente supuso el fin de su
trayectoria y de su vida, puesto que sufrió un accidente en los Andes peruanos.
Bischof no pudo continuar con su brillante trayectoria, pero nos quedan sus imágenes, sus reportajes llenos de sentimiento y el resultado de un fotógrafo extraordinario. Un gran artista que encontró en el fotoperiodismo
su mejor modo de expresión y elevó su nivel, dejando un legado de imágenes icónicas y esenciales para entender la historia y las consecuencias de la guerra en la humanidad.